martes, 10 de mayo de 2011

fantasmas de animales





Ciertamente, los cuentos de fantasmas de perros son corrientes en el folklore de Estados Unidos, Europa y gran parte de África. Los fantasmas de caballos, de rebaños de vacas o de ovejas participan del folklore, y a pesar de que (al igual que todos los cuentos) las descripciones de sus apariciones hayan sido indudablemente distorsionadas a lo largo de los siglos, algunas de ellas son sorprendentemente convincentes. En 1908, la Society for Psychical Research (SPR) investigó exhaustivamente lo que pareció ser un cerdo-fantasma en Hoe Benham (Inglaterra).

El 2 de noviembre de 1907 dos jóvenes, Oswald Pittman y Reginald Waud, estaban pintando en el jardín de su casa, la villa Laburnum. A eso de las diez de la mañana, cuando Pittman estaba hablando con el lechero, vio a su amiga Clarissa Miles acercándose por el camino: tenía que reunirse con los hombres para una sesión de pintura. La acompañaba, como si se tratara de un perro amaestrado, un gran cerdo blanco con un morro inusualmente largo. Cuando Pittman le habló de ello a Waud, éste le pidió que le dijera a Clarissa que dejara el animal fuera y que cerrara la puerta del jardín cuidadosamente, ya que Waud era un amante de la jardinería y no quería que el cerdo le removiera todas las plantas.






Sin embargo, cuando Clarissa llegó estaba sola y negó todo conocimiento del animal. Si la hubiera estado siguiendo, señaló, estaba segura de que habría oído sus pisadas. A pesar de todo, ella y Pittman volvieron al camino y preguntaron a varios niños si habían visto un cerdo, pero ninguno lo había visto.

A la mañana siguiente, el lechero, presionado por un Pittman desconcertado, firmó una declaración en la que aseguraba que no había visto el cerdo y señalaba que, en cualquier caso, la zona estaba bajo un estado de alerta por la fiebre porcina y no podía matarse a ningún animal perdido.




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